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Photo: Pyrenees Trip
Col du Tourmalet, la leyenda de Pirineos y el Tour de Francia
Si hay un paso de montaña que apunte a la verdadera esencia del ciclismo épico este es el Col du Tourmalet. En los más de 100 años de historia de la ronda gala se ha superado en más de 80 ocasiones y aunque tan solo dos veces ha sido final de etapa las rampas de este paso montañoso de 2.115m —el más alto de los pirineos franceses— han sido testigo de ataques ultramíticos y de desfallecimientos históricos a decenas de kilómetros para la meta.
La historia del Tourmalet
Su propio nombre, que en el dialecto gascón significa mal retorno, resume perfectamente lo que es este col. Y es que la historia del Tourmalet comenzó incluso antes de subirse en carrera por primera vez en 1910.
Todo nació de una mentira
Por aquella época Alphonse Steinès, un periodista que se encargaba de confeccionar los recorridos del Tour de Francia se acercó a los Pirineos para dar el visto bueno a una serie de puertos que a posteriori han marcado el devenir de la prueba. Tras superar Aubisque y Aspin, Steinès arrancó desde el enigmático pueblo de Sainte-Marie de Campan su particular ascensión a este coloso en el que casi pierde la vida.
La nieve primaveral le impidió continuar en coche y decidió avanzar a pie lo que restaba de puerto. Pasaron horas y horas hasta que el reportero luxemburgués fue hallado bien entrada la noche muy cerca del pueblo de Barèges con principios de hipotermia debido a las bajas temperaturas. Sin embargo, a la mañana siguiente escribió un escueto telegrama:
“Pasado el Tourmalet. Ruta en buen estado. Perfectamente practicable.”
Alphonse Steinès
Octave Lapize, la leyenda
Octave Lapize tenía 29 años cuando en un descampado de Verdún, apareció su cuerpo con cinco heridas de bala, pilotaba una aeronave del ejército francés durante I Guerra Mundial, en el fuselaje el número 4. El mismo dorsal con el que siete años antes se convirtió en el primer ciclista en coronar el Col du Tourmalet tras 326 kilómetros de etapa.
Cuenta la leyenda que Lapize se encaró con los organizadores al grito de asesinos.
Por aquel entonces las carreteras pirenaicas eran intransitables y tuvo incluso que apartar piedras del camino para completar la ascensión. Fue la única vez que Lapize logró llegar a París, eso sí, vestido de amarillo. Ahora, una estatua con su figura luce en la cima del Tourmalet.
La victoria más bella de Eddy Merckx
En 1969, el mejor ciclista de la historia -cinco Tours, cinco Giros, una Vuelta, récord de la hora, tres arco iris y un buen puñado de monumentos y clásicas- protagonizó una de las mayores gestas ciclistas que se recuerdan. Por aquel entonces Eddy Merckx, que debutaba en el Tour de Francia, ya había dejado destellos de su clase con la consecución de su primer Giro aplastando en Tre Cima di Lavaredo a Felice Gimondi. Sin embargo, su victoria más épica estaba por llegar…
Se disputaba la etapa reina con el Tourmalet a más de 100 de meta. Ese día El Caníbal andaba enrabietado, su fiel gregario Vandenbossche acaba de anunciar que dejaba las filas del Faema y en su país natal, su mujer estaba a punto de dar a luz a Sabrina Mercxk, su primera hija. «Cuando lleguen los demás yo me estaré duchando», alardeó el belga en la salida de Bagnères-de-Luchon.
Para ese día Merckx tenía prácticamente asegurada la general y los más de 60 kilómetros llanos del final de etapa auguraban un día de tregua. Superados Aspin y Peyresourde todo iba según lo previsto, pero en pleno Tourmalet El Caníbal decidió romper las hostilidades, pasó primero por la cima y se lanzó a tumba abierta.
Lo siguiente fue superar el Aubisque y recorrer en solitario los más de 60 kilómetros llanos hasta Mourenx. No sabemos si ese día Eddy Merckx se duchó antes de que llegasen sus rivales. Lo que sí sabemos es que tiempo tuvo, el segundo corredor tardó más de ocho minutos en llegar.
El descenso de Miguel Induráin
Un Tour de Francia se suele decidir subiendo, aunque hay ocasiones donde también se decide bajando. En la década de los 90, el corredor suizo Tony Rominger destacaba por ser el mejor bajador del pelotón. Era el año ’93 y Miguel Induráin vivía el Tour de Francia en calidad de observador. A falta de una etapa de montaña la diferencia respecto sus rivales era superior a los 4 minutos.
Ese día el Tourmalet atemorizó a todos los aficionados españoles. Rominger lo corona en cabeza y el pelotón liderado por Induráin pasa a 50 segundos. El suizo -hábil con su bicicleta- se lanza por las faldas del coloso pirenaico a tumba abierta, 18 kilómetros de vértigo donde Rominger que va a más en el Tour puede poner en apuros al navarro y con un Aubisque aún por subir. La realización no muestra a Induráin hasta que antes de llegar a Luz Saint-Sauveur aparece pegado a la rueda del suizo. Un descenso épico.
El club de los cinco
Corría el año 2003 y Lance Armstrong estaba apunto de entrar al prestigioso club de los cinco: Induráin, Anquetil, Hinault y Merckx eran los únicos ciclistas de la historia en ganar cinco Tours. Al americano le quedaba tan solo un Tourmalet y una contrarreloj individual para hacer historia. Caído Beloki. Solo su gran rival y más tarde amigo, Jan Ullrich amenazaba la hegemonía del tejano.
Ulle estaba más fuerte que nunca, había recuperado 1m 36s en la contrarreloj de Cap Découverte. Como restaba una CRI, la diferencia de 15 segundos en la Clasificación General no le alcanzaba al corredor del US Postal para entrar en la gloria, así que el Tourmalet, una vez más, estaba llamado a dictar sentencia. Todo o nada.
Por primera vez el alemán Ullrich no necesitaba atacar, pero llevaba la cara de los grandes días, y con un ritmo asfixiante puso en jaque la carrera con un ataque a ritmo a ocho kilómetros para coronar y con Luz Ardiden todavía por subir.
La imagen de Armstrong buscando con la mirada el maillot del Bianchi de Ullrich en los túneles del 9% antes de llegar a La Mongie anunciaban la caída del mito. Nada de eso pasó. El americano cerró el hueco, lideró el descenso y destrozó al alemán moralmente. Quedaba Luz Ardiden y a pesar de una aparatosa caída de Armstrong, Ullrich ya estaba vencido. Ya era parte del club de los cinco.
Contador vs Schleck
Dos de los mejores escaladores del ciclismo moderno, Andy Schleck y Alberto Contador se dieron cita en el centenario de la primera ascensión al Tourmalet. La carrera decidió rendir homenaje a su puerto fetiche siendo final de etapa por segunda vez en la historia.
Entre Schleck y Contador saltaban chispas. El español se enfudó el maillot jaune en una polémica etapa donde el pequeño de los Schleck se vio afectado por una avería mecánica en el Port de Balés, Contador no esperó y partía con tan solo 8 segundos de ventaja al mítico coloso.
El Saxo Bank quemó todas sus naves —de Cancellara a Jakob Fuglsang— para endurecer la carrera, y a 10 kilómetros para la meta Andy Schleck lanzó un ataque demoledor entre la niebla. El español aguantó esa embestida y muchas otras más, hasta incluso se animó a probarlo, pero como si fuesen dos púgiles tras escuchar la campana del último round, se dieron la mano en meta. Alberto Contador ganó el Tour de Francia 2010 y Andy Schleck la etapa.
Autor: Javier Cosío
Mejores tiempos de subida
Corredor | Tiempo | Carrera |
---|---|---|
Jonas Vingegaard | 45m 35s | Tour 2023 |
Tadej Pogačar | 45m 35s | Tour 2023 |
Jan Ullrich | 47m 36s | Tour 2003 |
Lance Armstrong | 47m 36s | Tour 2003 |
Iban Mayo | 47m 36s | Tour 2003 |
David Gaudu | 48m 19s | Tour 2021 |
Laurens Tendam | 48m 36s | Tour 2011 |
Rafal Majka | 48m 36s | Tour 2018 |
Mikel Landa | 48m 41s | Tour 2018 |
Cadel Evans | 49m 04s | Tour 2008 |
Richard Virenque | 49m 53s | Tour 1994 |
Marco Pantani | 50m 00s | Tour 1994 |
Cómo llegar al Tourmalet
Para llegar al Tourmalet se puede acceder desde Luz-Saint Sauveur, un pueblo con mucha vida famoso por sus estaciones de esquí, o a través de Bagnères-de-Bigorre. Ambas ascensiones son épicas. Se encuentra próximo a las ciudades de Lourdes y Tarbes. Cerca del Tourmalet hay lugares mágicos como Cirque de Gavarnie entre otros.
Cómo subir el Tourmalet
Como ya mencionamos, el ascenso a este hors category se puede realizar desde dos vertientes, ambas son igual de atractivas aunque el descenso hacia Luz Saint-Sauveur es una pasada. La vertiente de Bagnères-de-Bigorre es una subida que en realidad arranca en Sainte-Marie de Campan y que tiene 23 kilómetros con un arranque más tendido.
Una de las exquisiteces que tiene esta subida legendaria de los Pirineos es que se puede combinar con una gran variedad de colosos como Aspin, Aubisque, Luz Ardiden o Hourquette D’Ancizan por mencionar algunos.
Por la vertiente de Campán, se encuentra la mítica estación de La Mongie y las galerías anti avalanchas que te transportan a las tardes de julio en esos días donde la siesta está prohibida. Aquí la pendiente nunca baja del 9%. Si superas este coloso, en la cumbre hay una escultura gigante plateada en memoria de Octave Lapize.